Pablo Escobar es quizás la mente criminal más aterradora y compleja del último siglo. Para acabar con él en 1993, fueron necesarios cientos de agentes estadounidenses y un comando especial de la policía de Colombia, entrenado con el único fin de darle muerte. En el decenio anterior, había puesto de rodillas al Estado colombiano y asesinado a docenas de personalidades de la política y los medios de comunicación, casi mil policías y miles de ciudadanos inermes. También había acumulado una fortuna estimada en 3.000 millones de dólares de la época, producto de su reinado al frente de la industria de la cocaína.