El 16 de febrero de 2012 se produjo un accidente en el que se vio implicado un autobús escolar que llevaba a un grupo de niños de excursión. Un hecho trágico. Pero el lugar en el que sucedió añadió a la tragedia una dimensión kafkiana, un insoportable grado de sinrazón. El accidente tuvo lugar en una carretera de los alrededores de Jerusalén, y los niños que viajaban en el autobús eran palestinos. Uno de ellos, de cinco años, se llamaba Milad Salama.