A diferencia de las guerras de Vietnam e Irak, la invasión estadounidense de Afganistán en 2001 tuvo un apoyo público casi unánime. Al principio, los objetivos eran sencillos y claros: derrotar a al-Qaeda y evitar que se repitiera el 11 de septiembre. Sin embargo, poco después de que Estados Unidos y sus aliados desalojaran del poder a los talibanes, la misión se desvió del rumbo original y los funcionarios estadounidenses perdieron de vista sus objetivos originales.