El 29 de junio de 2010, la tranquila localidad de Puerto Varas en el sur de Chile, fue sacudida por la desaparición de una mujer que parecía tener una vida perfecta. Cuarenta y dos días después, cuando el cuerpo de Viviana Haeger fue encontrado en el entretecho de su propia casa, la atención del país se centró en una historia policial donde el principal sospechoso parecía ser el marido de la víctima, Jaime Anguita. Pasarían siete años para que la justicia dictara su veredicto.