La noche del 16 de junio de 1816 ha pasado a la historia de la literatura universal -al menos al imaginario colectivo de los amantes de las casualidades propias de una buena ficción- como aquella en la que, entre rayos y centellas, en la mejor de las fantasías románticas, en la Villa Diodati se concitan todos los elementos de la naturaleza para que unos genios pergeñen las primeras ideas y líneas de lo que más tarde se ha venido en llamar literatura gótica.