Cuando en 1996 se le concedió el Premio Nobel, Wistawa Szymborska no estaba. traducida a nuestra lengua. Los lectores tuvieron entonces la inesperada oportunidad de descubrir a una de las figuras literarias más singulares y entrañables del siglo XX. Los poemas de aquella desconocida asombraron por su rara combinación de profundidad y ligereza, por una incisiva visión del mundo donde la ironía (a veces inmisericorde) jamás coquetea con el cinismo.