«—Benditos seamos los mexicanos, de derrota en derrota hemos abierto las puertas de la victoria definitiva. Se inicia la era de la razón, nuestro Siglo de las Luces.
—¿Y por cuánto tiempo? —preguntó Guillermo Prieto, el airecillo ramplón de la tarde le sacudía la cabellera leonada.