Negociamos desde el nacimiento cuando la madre, harta de oír berrear a su bebé, lo saca de la cuna y lo acaricia. El padre promete al niño que si deja de dar la tabarra le comprará una chuche. Unos y otros han negociado, y todos han salido ganando algo.
Como todos negociamos a diario, las decisiones que tomamos afectan a otros e inevitablemente, en algún momento, surgirán conflictos que además de formar parte de nuestra vida, nos permitirán crecer y aprender.