Esta obra explica y analiza el segundo elemento del modelo Daisugi: las relaciones humanas vitales que suavizan el individualismo pragmático y alientan el -bien ser- y el -bien estar- en armonía con los otros, rescatando el valor del hombre relacional. Cada organismo es un terreno fértil para el crecimiento personal y colectivo. La misión y visión no deben de ser conceptos abstractos, sino la columna vertebral que sustenta la vida corporativa.