Pocas veces el lector tiene la oportunidad de conocer y visitar larga y detenidamente el estudio donde el escritor fabula. Ésta es esa oportunidad. Para estas crónicas he usado fragmentos, los de no-ficción, de novelas mías a cuyos personajes restituyo sus nombres reales. En ocasiones prevengo que por unas líneas volveré a los nombres ficticios porque tienen significado simbólico, metafórico: Esaú y sus lentejas, Abel...