Para Horacio Quiroga un buen cuento, el más antiguo de los géneros narrativos, debe atrapar al lector desde el primer momento, despertar su curiosidad y concluir con un gran final, que debe ser imprevisible, sorprendente y surtirse en lo posible de frases breves. La brevedad de expresión y la energía para expresar sentimientos son cualidades necesarias que se adquieren solamente con el paso de los años. Hay que tener al lector en vilo durante todo el relato, para sorprenderlo al final de la manera más insospechada posible.