Algún día tendremos que estudiar con el mayor cuidado los comentarios que Bárbara Jacobs suele anticipar en las reflexiones intensas y lúcidas de los mismos libros que está escribiendo. Aún en el transcurso de sus versiones finales, mientras se escudriña a sí misma para poner a sus lectores cautivos contra la pared de sus propias incertidumbres creativas, todavía parece preguntarse cómo pudo escribir el libro suyo que estamos leyendo con tanto placer.