Los estudios inexistentes sobre la homosexualidad en el cine mexicano critican, con buena razón, las representaciones estereotipadas de la personalidad gay. Lo que no analizan concienzudamente es el desplazamiento estético y cinematográfico que poco a poco, entre 1970 u 1999, y proyectase sobre el siglo XXI ha ido construyendo un imaginario del hombre homosexual.