“¿Aquí es Galápagos?”, se pregunta Malva Flores a lo largo de este insólito libro de poemas. Lejos de constituir una Novísima Atlántida una actualización, quizá, del Xanadú que Coleridge vislumbrara en sueños, las islas Galápagos son aquí, como lo fueron para Darwin a bordo del Beagle, el punto de partida para una redimensión del hombre en su microcosmos terrestre.