Poco podía imaginar el Dr. John Watson que compartir piso en Londres iba a ser más emocionante y arriesgado que combatir en Afganistán. ¿El responsable? Su compañero de piso, Sherlock Holmes, cuyas dotes deductivas y personalidad fascinan a Watson hasta el punto de ayudarlo en sus casos y comenzar a plasmarlos por escrito.