Los beneficios que trae el desarrollo de nuestras habilidades corporales de movimiento son indiscutibles. El costo de ignorar estos beneficios es incalculable; por ello, el mejoramiento de la educación física debe ser una prioridad nacional. Ni la educación artística ni la educación física deben ser trabajos líricos a merced de las buenas intenciones de los profesores. Se trata en ambos casos de disciplinas que merecen ser abordadas con rigor intelectual, aprovechando las investigaciones, el conocimiento y la experiencia que se han acumulado en años recientes. No bastan las buenas intenciones de los maestros; es imperativo continuar aprendiendo. Este texto, como parte de este inevitable mundo globalizado, propone ser competentes, responsables y activos. Sin dejar de lado la identificación con nuestra historia y perspectivas de mejor futuro, invita al lector a pensar reflexivamente.