A finales del siglo XIX, el joven misionero Henry Drummond fue invitado a sustituir en el púlpito a un famoso predicador. Al principio el público se molestó, pero después quedó cautivado por su profundo entendimientode las consabidas palabras del apóstol Pablo. Ese sermón se convirtió rápidamente en un clásico y es, sin duda, uno de los textos más hermosos jamás escritos sobre el Amor.