Cuando Keawe, un nativo de la idílica Hawaii, acepta comprar una botella por unos pocos dólares, sabe muy bien lo que está haciendo: un pacto con el diablo. Es que como el genio de Aladino, el demonio embotellado puede cumplir todos sus deseos y es difícil resistir la tentación. Sin embargo, hay un problema: es necesario vender la botella, y siempre por un valor menor, para no perder el alma. Keawe descubrirá, peripecia tras peripecia, que deshacerse de la botella no es nada fácil.