Oscar Wilde (1854-1900) debió enfrentar tres procesos judiciales vinculados con su homosexualidad y dos años en prisión para escribir su obra más íntima: De profundis (1905). El escritor irlandés emprendió tales procesos como una cruzada contra el mal gusto, y sus refinados alegatos, contra el que consideraba el único crimen posible: la estupidez. Pero, cada vez más débil, debió enfrentar veinticinco acusaciones de indecencia que, salvo por una, terminaron condenándolo.