“Y lo único que les faltaba era la sospecha de que existe un traidor en sus propias filas…”
Palmira es apenas un pequeño reino en pleno desierto objeto de deseo tanto de Roma como de Partia; no hay duda de que puede convertirse en una auténtica pesadilla para el Imperio, y, cómo no, para el prefecto Macro y el centurión Cato.