De una libertad radical nacen estos poemas. Nos llegan de una tierra salvaje e imprevista, en la que se reorganiza la materia y se subleva el cuerpo; en la que el cuerpo reflexiona, y vive y cuenta. Irene Solà se enfrenta al entorno con una mirada cruda y al mismo tiempo vivaz, inquieta y vigorosa, que destruye mientras busca un nuevo orden en las cosas, y que nunca da nada por sentado. Estos poemas irradian una fuerza misteriosa que nos absorbe enseguida: nos requiere.