«Voy a matar a tu hijo». Adriana cree haber oído mal cuando escucha estas palabras en boca de su exmarido. El ruido ambiental, las conversaciones a su alrededor y la actitud cariñosa de Marcos con el niño le hacen pensar que ha sido producto de su imaginación. Sin embargo, un pequeño malestar se queda aleteando en su cabeza. En dos semanas, su hijo se irá de vacaciones con él y, aunque para los demás Marcos es un exmarido modélico, ella sabe de lo que es capaz.