Desde el comienzo de la pandemia en México, me indignaron las declaraciones del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell: su insistencia en que la enfermedad no era más grave que la influenza, el exceso de confianza en que todo estaba previsto y el espectáculo teatral de sus apariciones públicas. Hoy, López-Gatell reporta a diario las consecuencias de sus decisiones: más de 134 mil mexicanos han muerto y la pandemia no está cerca de concluir.