Pese al éxito de las máximas del "impío" Maquiavelo, durante los tres siglo de la Edad Moderna la virtud siguió siendo valorada como clave del buen gobierno, particularmente en la Monarquía Hispánica. Las lecciones sobre la prudencia, la justicia, la equidad, la templanza..., de Aristóteles y Santo Tomás, se mantuvieron como ejes de la reflexión política en los territorios del rey de España, aunque sensibles a la renovación de los tiempos.