Si entre el infinito número de cosas que contiene este libro se encuentra alguna que pueda ofender, lo cual no creo, sépase que no la puse en él con mala intención. La Naturaleza no me ha dado un espíritu descontentadizo. Así como Platón daba las gracias al cielo por haberle hecho nacer en tiempo de Sócrates, yo se las doy por haber nacido en el régimen vigente, por haber querido que yo viva con el gobierno actual y que obedezca a los que amo. Pido una gracia y temo que no se me conceda la de que no se juzgue por una lectura rápida un trabajo de veinte años la de que se apruebe o se condene el libro entero, no un pasaje cualquiera o algunas frases. He sentado los principios he visto los casos particulares ajustarse a ellos, ser consecuencia de ellos las historias de todas las naciones, y cada ley particular relacionada con otra o dependiente de otra más general. Cuando me he referido a la antigüedad, he tratado de fijarme en el espíritu para no tomar por semejantes casos en realidad diferentes y para que no se me escaparan las diferencias de los que parecen semejantes.