Viudo y con tres hijos que en su vida no son si no satélites lejanos. Martín Santomé ya sólo espera la jubilación que va a liberarlo de una labor tediosa, pero también a enfrentarlo a una libertad que imagina como una rutinaria y aburrida senda hacia la tumba. Pero la llegada de Laura Avellaneda, la nueva empleada de gracia inasible, hace que en la vida de Martín surja un gran amor.