Si ríe el emperador es, hasta ahora, la muestra más orgánica, desconcertante y poderosa de una voluntad poética que se despliega y encarna, fiel a su propia fuerza, en numerosas e imprevisibles transformaciones. Bracho retoma aquí, y reconcentra, el impulso, el aliento vital y la materialidad que pone en movimiento los paisajes y universos anímicos de sus primeros libros, se adentra en hábitats naturales, pero también se remonta al páramo de la política.