El fuego -en continua mutación- es el verdadero espejo de nuestro ser. Su forma evidencia su movimiento perpetuo. Valeidoso, inconstante, todo lo transmuta; devenir que todo lo consume con su eterno apetito voraz. Si vien gue Heráclito quien a través del pensamiento llegó a esta verdad primigenia, es el poeta quien pone al descubierto que "todo es olvido, sombra, desenlace".