Hace dos años e inspirado por los consejos de dos grandes poetas y amigos suyos, Luis Alberto de Cuenca y Alejandro Jodorowsky, Diego Moldes decidió escribir un breve poema cada día en un pequeño cuaderno de tapas negras.
La idea era escribir sin pensar en publicar, sin pensar siquiera en que fuesen leídos, incluso conservados.