Cuando el objeto ya no está, / cuando los actos mueren / queda aún la palabra que los nombra, fantasma / de presencias que se disuelven / Envuelto en esta herencia nos llega el tiempo. La palabra de José Emilio Pacheco nos lega su tiempo, la sucesión modesta de lo que vivió. Pero al recuperarse en su palabra, este tiempo deja de ser meramente anecdótico y crece; se vuelve inmenso.