Compuesto por cincuenta poemas que se desenvuelven libremente por los tópicos que obsesionaron a José Emilio Pacheco, en Ciudad de la memoria (1986-1989) lo efímero —«las rosas,/ no florecen: llamean.»— dialoga con lo perenne —«Mañana/ ya no habrá rosas/ pero en la memoria /continuará su incendio».