Salter captura la esencia de personas, lugares y momentos para ofrecernos, ya sin las máscaras de la ficción, una particular imagen de sí mismo como una persona dispuesta a adentrarse con idéntico fervor en los cementerios de París, los castillos del Loira, las pistas de esquí de los Alpes, el Japón de Mishima, el corazón de Colorado, la paz de los Cotswolds o el caos de los estudios de Hollywood.