Cuando la meteórica trayectoria de Joy Division llegó a su fin el 18 de mayo de 1980 con el suicidio de su líder Ian Curtis, tan solo un par de días antes de que empezaran su primera gira por Estados Unidos, comenzó casi simultáneamente la mitología que los consagraría en definitiva como una de las bandas de rock más importantes de todos los tiempos, pese a haber grabado apenas un par de discos.