Johnny Marr nos traslada en sus memorias al Mánchester febril de los ochenta. Cuando arrancaba esa década prodigiosa se produjo su feliz tropiezo con Steven Patrick Morrissey, un encuentro que, pasado el tiempo, daría lugar a los Smiths, la banda más representativa de aquella época y una de las más singulares de todos los tiempos. Cuando apareció su primer álbum en 1984 se desató un vendaval lírico y sonoro que apenas duraría tres años, pero dejaría una huella indeleble en la música popular. El éxito fue tan espectacular como efímero, y sus mieles provocaron conflictos insuperables entre las dos eminencias que luchaban por el trono.