La duquesa de Windsor los adoraba. Noël Coward los despreciaba. J. R. R. Tolkien los desairó. Los Rolling Stones los copiaron. Bob Dylan los introdujo a las drogas.
Leonard Bernstein los admiraba. Muhammad Ali los llamó "mariquitas". John Updike los comparó con el sol saliendo en una mañana de Pascua. Los primeros ministros británicos los adularon.