El renombre de Bergson como escritor y conferenciante es casi tan grande como el de filósofo; y el influjo de su pensamiento se ha extendido sobre toda la filosofía moderna.
La filosofía de Bergson responde a un difuso y confuso anhelo de espiritualidad que caracteriza el ocaso del siglo XIX. Por una parte, detiene la creencia positiva y limita el intelecto en sus pretensiones de absoluto dominio; por otra parte, descubre y utiliza una nueva actividad psíquica, la intuición, para restaurar sobre nuevas bases y con sentido original la venerable labor de la metafísica.