A todos nos incomoda hablar de dinero. Nuestras ideas y actitudes en torno a las finanzas están condicionadas por varios factores: desde las experiencias personales y las expectativas familiares, hasta los estigmas culturales y un sistema diseñado para fomentar la desigualdad y reducir las oportunidades de crecimiento. Por ello nos resulta tan difícil reunir buenos ahorros, evitar las deudas desorbitadas y entender el mundo esotérico y aterrador de las inversiones.