Tardé algún tiempo –para ser exacto setecientos cincuenta y cinco días, más de dos años− en desarrollar mis poderes espirituales y librarme de los obstáculos que me hacían percibir sólo la realidad palpable y finalmente interpretar aquellas señales que las heces me proporcionaban. Para lidiar con símbolos y metáforas es necesaria mucha atención y paciencia. Las heces, lo puedo afirmar, son un criptograma, y yo había descubierto sus códigos de desciframiento. (“Copromacia”)