En esta desoladora novela de Ezio Neyra el tsunami es literal y metafórico. "La mayoría de casas está por los suelos. Las que no lo están, al menos conservan sus fachadas", dice el narrador, Leandro, al referirse a los restos de un tsunami, pero también podría estar refiriéndose a sí mismo, un hombre que ha sufrido una desilusión amorosa y que, con la intimidad en escombros, deambula mostrando apenas una fachada.