Serafín es un niño de pueblo que tenazmente viaja a la ciudad de México para buscar y enfrentar a su padre; llevar a cabo esta prueba terrible implica también chocar con la realidad en su manifestación más cruda y descarnada.
Ignacio Solares equilibra eficazmente la realidad y la imaginación, lo extraño y lo cotidiano, lo simbólico y lo manifiesto.