Básicamente, las novelas de Jane Austen son historias de amor, por lo que algunos las consideran precursoras de la corriente romántica que se popularizó en el siglo XIX; pero hay en ellas una diferencia significativa con respecto a las obras propiamente románticas, y es que en la visión de Austen los amores surgen y se desarrollan en un mundo polarizado, en el que se presenta siempre el dilema de optar por la seguridad y respetabilidad del estatus, o por la inconsistencia del sentimiento, lo que es mucho más humano y verosímil que aquellos amores avasallantes del romanticismo recalcitrante, que inundan el alma y no dejan resquicio alguno para la duda.