A decir de Paul Valéry, lo que más asombro le causaba en la memoria no era que volvía a decir el pasado, sino que alimentaba el presente: le daba réplica o respuesta, le ponía palabras actuales en la boca. Es de esta forma como Eduardo Antonio Parra traza en su novela, El rostro de piedra, el retrato acucioso, revelador y humano de un personaje que tanto la historiografía como el ideario popular convirtieron en mito.