Esta novela evoca un París mítico, el último París mítico: el de los años que desembocarán en las consignas y las barricadas de mayo del 68. El París de De Gaulle en la Presidencia y André Malraux como ministro de Cultura y el belga Jacques Brel y la judía Barbara como los cantores de la ciudad, el de Sartre y Beauvoir en el Café de Flore, el de un pintor enamorado y una bandita de prostitutas y prostitutos.