Felix nació y creció feliz en el seno de una respetable familia checa hasta los doce años, cuando la invasión nazi arrasó con todo.
Su padre huyó a Inglaterra con la esperanza de poder rehacer allí su vida con sus seres queridos, pero los pequeños Weinberg y su madre no tuvieron tiempo de unirse a él: tras pasar un breve tiempo en un gueto judío, fueron capturados por los alemanes. Así comenzó su historia de supervivencia.