Procedente de la llamada "gente de no razón", y ni siquiera por escaso intelecto sino a causa de su tez oscura y rasgos indígenas, de esos que se van abriendo en el rostro y delatan una estirpe pura. Altamirano, el de pequeña estatura, el que hacía volar su delicado bigote cuando hablaba en la asamblea y dejaba a sus interlocutores pasmados, como sucedió con el discurso de 1861 contra la ley de amnistía.