Reportero de nota roja con frustradas ambiciones literarias, Evaristo Reyes ha pisoteado sus ideales, ha vendido su alma a los matones con placa y ha perdido su dignidad sirviendo como un lacayo a Jesús Maytorena, uno de los comandantes más corruptos de la policía judicial, quien le ordena investigar a Roberto Lima, un periodista cultural que insulta al presidente en medio de sus artículos.