Era huérfano, y bastardo, pero su ilusión estaba clara: que cuando su padre, señor de San Paio, volviera de las Cruzadas, estuviera orgulloso de él. Pero las malas noticias llegaron al fin: don Rodrigo no iba a volver. Y ahí empezó todo. Expulsado a golpes por su hermanastro, Laín se embarcará en un viaje lleno de peligros y aventuras. Perseguido por los templarios, será traicionado, embaucado, torturado, pero se convertirá en un hombre, en un héroe. Y lo mantendrá vivo una única esperanza: la venganza. Como si fuera una cantiga moderna.