"—Las parisienses son incomprensibles —dijo Tadeusz—. Cuando son queridas con locura quieren ser queridas de forma razonable, y cuando se las quiere de forma razonable, entonces le reprochan a su enamorado no saber amar."
El matrimonio formado por Clémentine du Rouvre, una bella heredera parisina, y Adam Mitgislas, un noble polaco tan feo como elegante, vive momentos de éxito y bienestar. Sin embargo, la buena administración del patrimonio conyugal se debe, según descubre la esposa, al mejor amigo de su marido,