Cierta facción de intelectuales lleva prediciendo la desaparición de la religión y el fin de la fe desde, al menos, el siglo XVIII. Si las últimas predicciones en este sentido fueran correctas, serían las primeras en serlo. La gran mayoría de la población mundial es religiosa. Hay evidencias de que las personas religiosas son más felices, más altruistas y cooperativas (al menos con sus correligionarios) y más saludables que las que carecen de fe.