Ferrando es el mismo buen boxeador de siempre (aunque en realidad es karateka): después de ir perdiendo la pelea un buen golpe le es suficiente para mandar a la lona a su adversario, quiero decir que sus relatos siempre tienen una sorpresa oculta: no se agotan en la historia que se propone contar. Para Nachón la literatura es un camino de la existencia que merece ser andado, he aquí lo que me atrae de su literatura: Guillermo Fadanelli.